PABELLON MEXICANO EN EXPO MILAN 2015
La inauguración oficial de la Exposición Internacional de Milán, a cargo del presidente del consejo de ministros de Italia, Matteo Renzi, se realizó en un clima festivo y absolutamente tranquilo, ante una platea de políticos italianos y extranjeros, en contraste con los disturbios que tuvieron lugar en el centro de esta ciudad.
En el pabellón de México, ubicado en una posición estratégica de la Expo, la apertura estuvo a cargo del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo.
La forma del edificio representa las hojas secas de una mazorca, cuyo efecto se logró con armazones tubulares cubiertos de tela color arena, que transmiten los efectos de textura y transparencia de la planta, pero no se logra en la forma donde las hojas son ovales y verticales, por lo que se pierde su característica silueta.
El creador es el arquitecto Francisco López Guerra, quien explica para La Jornada la motivación del tema: “El maíz ha sido la mayor aportación alimenticia de México al mundo. En él está representada la variedad de la biodiversidad del país, así como la base de nuestra dieta, legado que viene de la época prehispánica. Pretendemos abrazar al visitante, considerando que en la historia de las Expos México siempre atrae: logra captar cerca de 10 por ciento de las entradas; se calcula que ingresarán 2 millones de visitantes.
"El pabellón es desarmable. Una vez terminada la Exposicición Internacional de Milán viajará por diferentes estados de la República Mexicana o bien por Europa; eso deberá definirse", agregó el arquitecto.
En el interior el efecto es sorprendente: abunda la tecnología, la interacción y, sobre todo, el espectáculo.
El pabellón de México es la completa negación de la reflexión: el objetivo es seducir y evadir. El tema de la alimentación está reducido a una parodia de las muestras panorámicas de Fernando Gamboa, que incluían artesanía y arte de la época prehispánica hasta la contemporaneidad, aquí vaciadas de contenido y unidas débilmente por el tema del maíz.
Los espacios de una elegancia aséptica formada por un corredor central y flanqueado por rampas, donde abundan las tonalidades monocromas de vidrio, fierro y madera, parecen hacer lo posible para limpiar las deformidades de nuestra realidad.